martes, 31 de marzo de 2009

El padre de las matemáticas

Dicen que murieron todos los ideales.
Y Marcos no puede contradecirlos. Años atrás, 30 mas o menos, su papá se escondía bajo el tanque de agua de la facultad de Ingeniería nada ajeno a la cruzada de sus compañeros de clase…
Ahora, cumple horario de oficina y mantiene una familia, una casa, un auto, un perro y ninguna expectativa más que la de mirar las carreras, el clásico del domingo por la tarde y el vino en la cena.
De chiquito Marcos admiraba la inteligencia de su padre. Siempre con una explicación para cada fenómeno o situación. Las tardes de la semana se iban en clases particulares sobre la mesa del living, mientras su mamá preparaba la comida. Marcos abría bien grande sus dos ojos y sus dos oídos y presenciaba el milagro de las matemáticas, o de la física, y a veces de la trigonometría también; todo a cargo de su padre.
-“¿Me explico?” decía.
Y a Marcos se le retorcía el estomago, porque envidiaba esa facilidad que tenía su papá para hacer ver las cosas menos complicadas de lo que parecían.
Pero si, como explicaba su papá: dos mas dos es cuatro, si el área de la circunferencia es igual a pi por radio al cuadrado, si la velocidad es igual a la distancia sobre el tiempo, si la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa…¿por qué demonios se le veía tan desdichado, tan apagado, tan ensimismado? Su padre parecía tener todas las respuestas, salvo una.
¿para qué?
Un día Marcos creció, y se dio cuenta.
Observó a su papá, un domingo con un River vs. Vélez de fondo; y detrás de todos los teoremas, las leyes y ecuaciones, divisó a un niño con sueños y fantasías por cumplir y explorar.
Marcos no sabe qué ocurrió con ese niño, y probablemente nunca lo sepa.
Le dicen que murieron todos los ideales y él no puede contradecirlos.

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