domingo, 21 de junio de 2009

Los zapatos del otro

"(...) Decía Aristóteles que antes de juzgar a una persona había que caminar un kilómetro con sus zapatos. (...) Nada enseña tanto como lo que nos atraviesa, lo que hemos vivido. Quienes discriminan no sintieron la diversidad, no se nutrieron con la maravillosa experiencia de lo distinto, no se mejoraron a través de lo diferente. No lo han hecho porque se les negó la oportunidad adoctrinándolos desde temprano. O por temor a que sus pequeños y frágiles egos de­saparezcan (en lugar de enriquecerse, como ocurre) en el contacto con lo diverso. O porque no advierten que nadie elige la nacionalidad, la conformación física, la raza, la religión, la clase social o cualquier otra circunstancia con la cual o en la cual nace, y que, por lo tanto, hacer de eso un valor o un diferencial a favor o en contra es la más patética forma de la miopía, aquella que no se corrige con anteojos ni con cirugías: la mental y espiritual. La cura es trascender las diferencias en el encuentro. (...)"

("Los zapatos del otro", Por Sergio Sinay)

Otra lectura que me llamó la atención este domingo de invierno mientras desayunaba.

Victima muchas veces del prejuicio por desconocer otras realidades, creo que es el mejor consejo: ponerse en el lugar del otro, caminar en sus zapatos...







3 comentarios:

Clementine dijo...

Que razon tiene.
hay que aprender a mirar desde todos los ojos
:)

* dijo...

aaaaaaaaay pero qué difícil

Señor Posmópolis dijo...

En Posmópolis las huellas se borran. No queda memoria. Y cuando alguien muere en Posmópolis le quitan sus zapatos y le colocan, en su lugar, los zapatos del otro.

Bienvenida a Posmópolis.