lunes, 3 de agosto de 2009

La boda

Los dos parados frente al altar, muertos de miedo pero a la vez entusiasmados por lo que estaban viviendo, escuchaban a medias lo que el Padre recitaba sobre el amor al prójimo y el compromiso eterno…

- Nos hemos reunido hoy en presencia de Dios y de estos amigos y testigos con el propósito de unir a este hombre y a esta mujer en el santo estado de matrimonio…




Silencio.


El momento más esperado de todas las bodas: la ceremonia de los anillos y la enunciación de los votos. Ella toma la mano de su amado y se dispone a colocarle la alianza mientras el Padre promulga:

- Fernando… Tendrás derecho a guardar silencio cuando así lo desees o necesites. Cualquier cosa que digas podrá ser usado en tu contra en momentos de discordia. Amarás y cuidarás en la salud así como en la enfermedad a tu esposa, protegiéndola de cualquier peligro, hasta que la muerte os separe. Tendrás derecho a hablar con un abogado en caso de considerarlo apropiado. Si no puedes pagar uno, te será proveído uno a costas del Estado.


Lo mismo, con Andrea.


Continúa:

- Si alguna persona de las aquí presentes, conoce alguna causa justificada que impida que se lleve a cabo esta unión, que los declare ahora o calle para siempre.

Silencio.

- Por cuanto este hombre y esta mujer así lo han acordado solemnemente ante Dios y estos testigos, y bajo el poder que me confieren la Iglesia y el Estado, os declaro marido y mujer.


2 comentarios:

Ela dijo...

y estaran juntos para toda la vida

Mr Musik dijo...

AMEN !!!